Gonzalo Gámiz Fotografía

El Cementerio de Faro es sólo una muestra más; las tumbas y los nichos aparecen como escaparates que delatan, salvo ocasiones, el deterioro de la memoria. Los recuerdos se difuminan detrás de los cristales sucios, del óxido, del polvo sobre el mármol, de los adornos raídos; incluso los rostros de los ausentes se desfiguran ante el irremediable abandono. Son dos espacios, el presente y el olvidado.